Mi nombre es Kike, vivo en Narbaiza, un pequeño pueblo de la llanada alavesa. Hasta hace unos años fui técnico de audiovisuales, trabaje en empresas propias y ajenas del sector, incluso llegue a publicar unos tochos insufribles con formato de diccionarios, acerca del mal llamado “Cine Vasco”. Pero eso ya es pasado.
Desde muy pequeño sentí afición por la cocina, y no me explico muy bien porque nunca hubo cocineros-as en mi familia; mi madre bastante tenía con trabajar en Fournier de naipera y educar, alimentar y vestir a sus dos retoños… vamos que no le quedaba mucho tiempo para cocinar y la verdad es que tampoco le gustaba mucho.
Quizá fue la propia experiencia vital la que me llevó a empezar a cocinar. Es en la mili donde hago mis primeros pinitos culinarios y comienzo a darme cuenta de lo agradecida que puede llegar a ser la cocina. Todavía recuerdo la cara de satisfacción de mis compañeros de guerra, ante unos simples macarrones, eso sí, bien acompañados de magras navarras, chorizos de matanza casera alavesa y queso de Olazti.
Las cosas de la vida me llevaron a Londres en 1981. Conciertos punk, bitters británicas , chicas, partys, fish & chips, mis primeros kebabs, pisos ocupados en Old Kent Road, maravillosos y enormes yogures griegos de Mark & Spencer, mucho rock&roll, patatas asadas rellenas en el mercadillo de Candem Town… y para pagar todos estos pequeños vicios trabajé de whasing-up en un coqueto restaurante francés llamado Millanou. Fue allí donde descubrí la cocina de verdad. La primera vez que vi cocinar con pasión, allí vi y sufrí el stress de los servicios, siempre desde mi atalaya del fregadero. Flipaba cuando veía hacer el pan, los aperitivos, el foie fresco (para mí un producto desconocido), un postre que recuerdo a base de higos, los cangrejos etc.
Siempre estaré agradecido por todo lo que allí vi, que no por lo que comí, a miss Blange, cocinera y propietaria del negocio. Creo que contribuyó de forma determinante en la propagación por mi cuerpo, desde el cerebro hasta la última terminación nerviosa, del virus gastronómico. Por cierto uno de los cocineros con el que coincidí en aquella casa, el bretón Thierry Le Baut, con el tiempo se buscó la vida en Madrid y después de trabajar en diferentes cocinas en la actualidad es el responsable del restaurante Taula del Hotel Silken.
Desde entonces me han sucedido muchas cosas en la vida, algunas buenas y otras no tanto, pero lo que no he dejado de hacer es cocinar. Al principio la mayoría de las veces para mis amigos en pequeñas reuniones, más adelante en la sociedad de Narbaiza. Compré libros variados de gastronomía, con mi pareja hice viajes, comí en establecimientos de todo pelaje, visité tabernas, compré muchos productos desde los más exóticos hasta los más tradicionales, coleccioné recetas, vi los programas de Argiñano, Subijana, Castillo y desde hace tres temporadas soy coleccionista y fiel seguidor del verraco David y del maestro Martín, tanto es así que de tanto verlos estoy empezando a empuñar el cebollero con la izquierda.
A lo largo de todos estos años de pasión por la gastronomía he dado muchos tumbos en cuanto a mis gustos, pero por suerte, hace ya unos años que no me dejo influenciar por las críticas gastronómicas a la hora de elegir, restaurante, taberna, tasca, posada, sidrería, asador… y lo que he aprendido es que no hay que tener prejuicios a la hora de sentarse en cualquier mesa. Como dice Hasier Etxeberria, el compinche literario de David de Jorge: “La monotonía mata. La rigidez encarcela. La repetición agota. Lo superfluo perjudica. El prejuicio sobra” (Porca memoria. Recuerdos de comida y cocina de un par de verracos)
Surgieron muchas dudas, muchas preguntas ¿eres en realidad un cocinero? ¿Podrías dedicarte profesionalmente a la cocina?¿Tendrás las suficientes agallas para hacerlo? ¿Apoyará tu pareja semejante decisión?. Como no he encontrado antídoto para combatir el mencionado virus, y tampoco es que haya hecho nada por buscarlo, decidí dar el paso. Cogí en alquiler una taberna en el mismo pueblo. Barra, cocina pequeña, y un comedor para 35 personas. Durante veinte meses me dejé la piel cocinando, fregando, pelando…algunos fines de semana cuando faltaban clientes, de verdad que tenía mono por cocinar. En marzo del año pasado me diagnosticaron artrosis y desgaste de menisco en las dos rodillas y me aconsejaron tomarme la vida con más calma. Abandoné.
He cocinado con la misma ilusión, a fuego lento, con la misma honestidad que cuando lo hacía para mis amigos. He intentado en la medida de mis posibilidades, comprar producto local de calidad. He conocido y he aprendido muchas cosas de mis proveedores. La experiencia ha sido dura, pero gratificante y me ha permitido seguir aprendiendo sobre este maravilloso mundo.
No me doy por vencido, ahora inicio este blog sobre gastronomía con la intención de dar a conocer los productos locales que en esta zona, un poco desconocida, nos sobran. Tenemos quesos de Idiazabal, carne de potro, carne ecológica de vaca, patatas fritas ecológicas, sidra artesana, panadería ecológica, trufa de la Montaña Alavesa, y por supuesto patata…
estoy segura de tu éxito, animo a todo el mundo a que pruebe la cocina de Kike, mucha calidad, mucha innovación y muy buen precio
Gracias por lo ánimos
Puedo asegurar que es un placer degustar su cocina, tengo la suerte de haber comido varias veces en Narbaiza. Ánimo con el proyecto!
Gracias Guille, espero verte pronto por aquí.
Te deseo lo mejor en tu nueva etapa!!
Mucha suerte en tu nueva andadura!!
Muchas gracias Ana.
Zorionak! con este blog se agudizan los sentios!zorionak eta animo!
Eskerrik asko Leire. Voy a poner mucho empeño en seguir agudizando vuestros sentidos.
Veo por primera vez este blog y me parece interesantísimo. Te lo dice un «loco» de la cocina que no trabaja en esto pero que le intresa todo lo que gira en torno a ella. me das envida en tu nueva andadura. A ver si tengo ocasión de acercarme por ahí.
Gracias Gorka. Ya sabes dónde estoy y espero que sigas el blog.
Kike, mójate también con lo vegetariano… que se te da muy bien. Ondo ibili!
La siguiente receta: pisto con cuscús.
Pingback: Comiendo Carne de Potro. | LORENTZERO
Sigue haciendo lo que te gusta. Aunque hace mucho que no te he visto, seguro que sigues siendo un «tipo especial». Muchas suerte en tu nueva andadura.
A veces es un poco complicado Ketxus. Algún día de paso por Tolosa te llamo y estamos. Un abrazo.
Yo también te animo a pelear por ello porque «el que la sigue la consigue». Ya solo con ver las fotos que cuelgas ya te entran unas ganas de comeeeerrrrrrr……… Un abrazo
En eso estamos Pedro. Eskerrik asko.
Parece que el gusto por la buena mesa (aunque no por la cocina…) viene de familia!!
Saltando de blog en blog he llegado aquí, me sonaba el nombre por que mi padre (Julito) publica a veces cosas tuyas en Facebook.
Felicidades por el blog y un saludo desde Barcelona de tu sobrina Miriam Calvo
Muchas gracias Miriam y a ver si puedo conocerte pronto. Después de tanto salto espero que te quedes por aquí.
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