Cuando lo frágil se vuelve meloso y lo meloso delicado. Textura de beso, de lengua, de beso con lengua. Formas de punta de flecha primitiva.
Las veo sobre hielo picado y saltan las endorfinas.
Delicadas que se vuelven corajudas cuando cortas lo poco que hay que cortar. Cuchillo bien afilado.
Acompañante de mi universo onírico, imaginándola templada, casi desnuda sobre la desnudez, acomodada sobre el Bósforo de Almasy, sin cubiertos, succionando, confundiendo realidad con delirios fantásticos.
Cuando el goze es una víscera llamada kokotxa.
Placer sencillo.
Un huevo batido de los de verdad, cogerlas con las manos y mezclarlas con el huevo. A la sartén con un aceite de primera… y lo demás es cosa tuya.