Verano y platos de cuchara, una combinación que puede parecer extraña. ¿Quién no ha sudado comiendo un humeante marmitako a más de 30º en pleno mes de agosto?. Hoy no va la entrada de esas marmitas de las que se ha escrito tanto. Hoy le toca el turno a otro producto veraniego que a mí me gusta más incluso que el marmitako, otro producto que una vez cocinado se come con cuchara: las pochas. Paciencia hay que tener para esperar la campaña de las sembradas fuera de los invernaderos. ¿Legumbre o verdura?, yo diría que lo segundo. Recogidas antes de que maduren en la planta estas alubias frescas de grano blanco y redondo se pueden comer hasta crudas. Siempre que las cocino separo unas cuantas crudas en un platillo con un poco de aceite y sal y mientras pelo y pico verduras me las voy comiendo. Aperitivo de lujo, de textura tierna, jugosa y sabor dulce.
Se comen en ensaladas, en potajes con tropiezos cárnicos, con almejas, en sopas como la minestrone (Robin food, programa 163), o simplemente con verduras como en la receta que explico más adelante.
Son ya varios años los que llevo comprando pochas de Abaigar, un pequeño pueblo navarro perteneciente a la comarca de Tierra Estella. A mediados del mes de agosto y estando de vacaciones recibí una llamada de mi amiga y vecina Montse Mendiola. Me cuenta que ya están preparados los kilos de pochas que le encargué a su madre. Todavía quedaban días de vacaciones por delante, así que hubo que congelarlas. Con pena porque creo que, aunque aguantan bien la congelación, no es lo mismo que cocinarlas frescas. A la vuelta, Montse me entrega en unos tappers unos cuantos kilos de las pochas congeladas. Se llama Begoña Iriberri, nacida en Abaigar y es la madre de Montse. Esta señora, mientras yo me proponía descubrir donde hacían las mejores tortillitas de camarones en la provincia de Cádiz, dedicó parte de su tiempo, ayudada por su nieta Jone, a pelar varios kilos de pochas, acomodarlas en unos tappers y congelarlas en su casa. Todo limpio y bien dispuesto para empezar a cocinar. Gracias Begoña y a Jone por tomaros ese trabajo por mi, y gracias a su hija Montse que no nos la quiso cobrar.
Así que triples gracias, a la madre y a la nieta por pelarlas y congelarlas y a la hija por regalarlas.
Pochas con verduras (un poco a mi manera)
400 gramos de pochas desvainadas
1 cebolleta
1 pimiento verde
1 tomate
2 dientes de ajo
1 zanahoria
4 pimientos de piquillo
2 cucharada de salsa de tomate
Una pizca de puré de pimiento de Ezpeleta (o guindilla)
Guindillas de Ibarra
Se pican fino todas las verduras y los ajos. Se rehogan en una cazuela con una chorretada de aceite de oliva. Cuando ya están casi pochadas se añade el tomate fresco cortado en pequeños dados y se vuelve a rehogar el conjunto unos minutos. Se añaden las dos cucharas de salsa de tomate y la pizca de puré de pimientos de Ezpeleta (o en su defecto una cayena) se le da unas vueltas, se añaden las pochas, se cubre todo como unos dos dedos por encima de agua y se mantiene en un hervor suave de 20 a 30 minutos, eso dependerá un poco del tipo de pochas que se utilicen. Hay que tener mucho cuidado con el hervor ya que si es fuerte las pochas se pueden romper. Se dejan reposar un poco antes de servirlas y se mueve un poco la cazuela para que ligue un poco el caldo. Acompañadas con unos langostinos de Ibarra son un manjar veraniego perfecto. A coger la cuchara y a disfrutar…
Gracias a tí Kike, que siempre sabes dar valor a los ingredientes con tus recetasy a las personas en tus artículos
Detrás de cada ingrediente, de cada producto, siempre hay gente empeñada en hacer las cosas bien. O casi siempre.