Llevo bastante tiempo dándole vueltas a la cabeza, casi diría que obsesionado con la idea. Todo empezó cuando leí que Iñigo Aguirre, al que sigo desde hace tiempo a través de su blog “Umami Madrid”, organizaba cenas clandestinas en su casa. A una de esas cenas asistió el actor Juan Echanove que como se sabe es un tipo curtido en el asunto del papeo, un gourmet en toda regla. El actor contó de forma magistral emociones, sensaciones y sorpresas de su experiencia a ciegas en “Un blog para comérselo”. Para entonces, y de esto va a hacer ya un año, en noches de desvelo esa vaga idea iba cogiendo forma, a pesar de las múltiples dudas que rondaban a sus anchas por mi cabeza.
El asunto no es nuevo. Desde hace un tiempo en grandes ciudades y en otras no tan grandes se realizan experiencias gastronómicas de este tipo. Unos les llaman “clandestinas”, otros restaurantes “pop up”, hay quién recurre al término más clásico de “cita a ciegas”… un grupo de desconocidos que hasta 24 horas antes no saben dónde van a compartir viandas, y en muchos casos ni siquiera qué viandas. Como bien dice Echanove: el arte de lo inesperado.
En verano me entero que aquí al lado, en Donosti, también se organizaban este tipo de eventos. La gente de Ubik Supper Club son los culpables de liberar adrenalina en los asistentes a tan enigmáticos encuentros. Ainara López asistió a una de ellas y lo relató en una crónica para The Glutton Club. A modo de conclusión Ainara dice: Vivimos en un mundo calculado al milímetro, con horarios marcados, costumbres y círculos de amistades que muchas veces no nos dejan mirar más allá. Salir de la rutina, hacer cosas diferentes, es lo que hace que nos sigamos sintiendo vivos.
Detrás de estas iniciativas hay gente inquieta con ganas de “innovar”, palabra que por desgaste estoy empezando a detestar, en fin, personas que movidas por diferentes intereses inician este novedoso sistema de relacionarse compartiendo mesa y mantel.
Muchas palabras en los comentarios de tan intrépidos comensales-asistentes se repiten: diferente, única, creativa, irrepetible, compartir, desconocidos, auténtico, aventura, sorpresa…
Yo mientras seguía mareando la perdiz. Pelando cebollas, partiendo leña, sentado en el wáter, regando las plantas, plantando tomates… esa idea de hacer algo parecido seguía germinando en mi cabeza. Poco a poco iba superando algunas dudas, muchas inseguridades y una buena ración de miedos y pudores.
No es fácil, o por lo menos para mí no lo ha sido, plantearme abrir mi cueva a desconocidos, con toda la distorsión que esto supone en la vida familiar.
Narbaiza es donde vivo. Un pequeño pueblo sin el glamour de grandes o pequeñas ciudades. Aquí se siguen haciendo txarribodas en invierno, se comparten labores comunes en veredas o auzolan, nos turnamos para leer los contadores del agua, se deciden las cosas que conciernen al pueblo en los concejos e incluso nos toca enterrar a los vecinos fallecidos. Para bien o para mal no hay servicios. Eso sí, vivimos en un entorno natural privilegiado, rodeados de buenos productos y productores.
Hace diez años con mucho esfuerzo mi pareja y yo construimos nuestra casa. Fue duro pero muy gratificante. Las manos insensibles en enero pelando cables eléctricos o hinchadas y magulladas en agosto a 36º poniendo las tejas en la cubierta. Utilizamos criterios de bioconstrucción, hicimos un estudio geobiológico del terreno, empleamos materiales sanos…en definitiva un gran esfuerzo del que nunca nos hemos arrepentido.
En esta casa es donde el día 29 de marzo voy a organizar la primera experiencia a la que no se bien como llamar. Una jornada con una visita a un productor de la zona, (quesos, sidra, carnes ecológica, huertas) seguida de una comida, donde en la medida de mis posibilidades utilizaré productos locales. El objetivo es crear un ambiente amigable sin guiones preestablecidos, donde los participantes puedan aportar diferentes puntos de vista: ocho personas en torno a una mesa y a ver lo que sale.
Si te interesa, en los próximos días daré más detalles…
Kike, me encanta la idea.
Yo acudí a una de las citas de Ubbik y Ainara no lo pudo describir mejor. A Iñigo y a su mujer los conocí en Madrid comiendo Bonito del Norte Olasagasti pero nunca he podido disfrutar de una de sus cenas clandestinas en Madrid; todo llegará.
Dentro de este tipo de planes deberías conocer también http://nortasuna.wordpress.com/. No sé si alguna vez has visto algunos de sus vídeos: Otro proyecto precioso.
El caso es que me recuerda un poco al tuyo, en el que te deseo suerte: suerte de disfrutar del productor, de los comensales, de las viandas. Es una gozada! Algún día espero también poder ir yo. Conocer tu casa y conocer Narbaiza.
Un abrazo,
Marta.
Ya veo que eres “perejil de todas las salsas”. Claro que conozco vuestra sociedad itinerante http://nortasuna.wordpress.com/, la verdad es que si que tiene algunos puntos en común, con la diferencia de que lo que planteo se desarrolla en un radio de poco kilómetros a la redonda. Vosotros, por suerte, sois más viajeros. Un fallo por mi parte no haberos mencionado. Ya hablaremos con más calma de los productos Olasagasti. Muchas gracias por los necesarios ánimos.
Salud.
Ojalá fuera yo perejil, jaja.
Es cierto que ambos proyectos son diferentes pero tienen en común algo muy bonito: ensalzar los productos de una zona (en nuestro caso, distintas zonas) y valorar el producto artesano -en vías de extinción, desgraciadamente-.
Si te puedo apoyar en algo, no dudes en pedírmelo.
Un beso!
Esta cena no puede pintar mejor! Llevamos tiempos intrigados con los eventos/tiendas pop-up y una cena de este estilo y en euskal herria no puede sorprendernos más. Estaremos al tanto de lo que se va cociendo 😉
En breve publicaré el programa del encuentro.
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